sábado, 11 de abril de 2009

Ganarse la vida


Un medio día cualquiera en la peatonal de calle Rivadavia. El sol de abril no se ha enterado que por estas latitudes ya es otoño y castiga sin miramientos.
Escudado a la sombra de un joven árbol, con acento extranjero un muchacho realiza proezas culinarias en torno de sus ocasionales espectadores con variadas herramientas de cocina. Sobre la mesa, en un arco iris de colores proyectados por verduras y hortalizas, los ingredientes dispuestos para servir a la demostración.
Habilidad, velocidad, sorpresa y maestría en arte de las ventas callejeras consiguen el objetivo del cocinero-conductor y su público antes de salir del asombro estira sus billetes pidiendo comprar las unidades antes que se agoten.
Muchos se retiran con una sonrisa y un juguete nuevo para la patrona.
El vendedor acomoda su escenario, un nuevo público ya está esperando la próxima demostración.

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