1983 marcó la historia de un país, Argentina, por consiguiente la de todos sus habitantes. El ansiado retorno a la democracia era posible, el dolor de la guerra de Malvinas aún persistía en la piel. Muy jóvenes en aquel entonces, y con las ideas libertarias de todo joven, se venía la graduación como ciudadano. Ejercer el derecho al voto, poder decidir quién puede gobernar una nación.
Las dudas invadían mi cabeza. ¿A quién votar?. Mis padres lo habían hecho en el 73, al consultarlos me dijeron "el voto es secreto". Fue toda la respuesta.Los amigos tenían posiciones tomadas, sentía que estaba en deuda para con mi primer voto y no podía ser a la ligera o por simpatía con mis amigos.
Fue el comienzo de la lectura en los diarios buscando pistas en los candidatos propuestos. De allí pasé a recorrer las reuniones en los comités de cada partido político, no era un militante a la deriva, sino alguien que buscaba una plataforma o una idea a seguir.
La fecha de elecciones estaba cada vez más cerca, 30 de octubre, cuando el diario "El Norte" anuncia la llegada de un radical para dar su discurso proselitista en San Nicolás (mi ciudad natal).
Llegue temprano, éramos pocos, pensé que otra vez me desilusionaría.
Empezaron los primeros oradores y la muchedumbre iba en aumento.
La esquina céntrica ya estaba colmada, cuando sube al escenario Raúl Alfonsín.
Un orador fascinante, una convicción en sus palabras y su energía desplegada convencieron a todo el público, y a mí, que la esperanza por la democracia estaba allí, nosotros y él. El y nosotros como pueblo éramos la alternativa.
Volví a casa sabiendo a quien daría mi primer voto.
Lo que sigue es la historia conocida: su gobierno post militar fue el más difícil en el retorno por la democracia. Los intentos golpistas, el juicio a la Junta Militar, la hiperinflación y las huelgas obreras. Los leyes de "Punto final" y "Obediencia debida" fue el sapo que muchos tuvimos que tragar.
Raúl Alfonsín tuvo la hombría de guiar en sus primeros pasos a la nueva democracia, con aciertos y errores. Su fallecimiento lo eleva al grado de "Padre de la Democracia" y a estas horas debe estar departiendo proyectos políticos con los grandes próceres de la Nación Argentina.
El cielo abrió sus puertas a un Gran Hombre. Dios lo guarde en su Santa Gloria.
EMOCIONANTE...
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