La imagen, esa cáscara que rodea a las personas, es un condicionante social para determinar su lugar, posición y nivel de desarrollo.
Saltarse las formas, romper los prejuicios no es para cualquiera. Abrir caminos en una selva de hombres tampoco es tarea fácil.
Construirse a sí mismo, desprendiéndose de partes que ya no son necesarias, tampoco es para cualquiera.
Aprender de las limitaciones, entenderlas y luego expandirlas puede llevar tanto tiempo como la vida misma. Hay personas que no ven el final de una etapa, sino el principio de otra.
Hoy la entrevista está dedicada a una mujer de evolución constante, de pelearle a las formas. De una energía inmensa, contagiosa y sobretodo la desparrama en aquellos que vienen por fuera del sistema, por los caminos paralelos de la sociedad de las máscaras.
El primer contacto con Letu, fue un año atrás. Junto a su marido viajábamos a la competencia 42º Homenaje a Pedro Arias, en El Portezuelo. De la charla informal, animada con mates se fueron desgranando pedacitos de su vida, que me impactaron. Esa mujer deportiva de pelos parados, tonada con sabor cordobés y acelerada para la charla, se merecía el tiempo necesario para conocerla con más detalles.
¿Tu tonada te delata, dónde arranca tu niñez?
Soy nacida y criada en Córdoba, mi familia es 100% deportiva. Mi papá Adrián (El Kino) era paracaidista, practicaba deportes de riesgo. Vengo de familia aeronáutica. Mi abuelo hizo los planos del Pucará (IA-58 avión de ataque, construido en la fábrica militar de Córdoba). Mi papá perfeccionó los del Pampa (IA-63 avión de entrenamiento). Él tenía un amigo acá y se venía de muy joven y en el aeródromo se largaban en una avioneta propia para hacer saltos.
En el Museo del Deporte, cuando estaba en el Urbano Girardi, había fotos de Adrián tirándose con una escalera, hacía saltos en paracaídas, simulando figuras. Crecí en ese mundo y tuve la buena suerte de poder compartir varios entrenamientos con él.
¿Cuando empieza tu vida en el deporte?
A los once años, vivíamos en Cerro de Las Rosas, a unas cuadras del estadio Mario Alberto Kempes. Allí empecé con el atletismo. Mis domingos eran de no quedarme durmiendo, a las cinco de la mañana mi viejo sacaba su auto y yo corría desde el Kempes hasta Carlos Paz, más o menos. En el auto, mi mamá Dora con el mate y mi hermana Any eran el soporte técnico. Me di cuenta que correr era muy solitario y yo necesitaba relacionarme con todo el mundo, conversar o hacer otras cosas. Por eso después elegí el rugby.
En la ENET, escuela de hombres, en el recreo se jugaba al rugby y me pasan la pelota, como era velocista en el pasaje de vallas del atletismo, empecé a saltar a los changos. Así a mis 12 años ya estaba jugando rugby, como wing.
Anécdota: en un tacle, en piso de loseta perdí un diente. Estuve tres días sin sonreír en mi casa, hasta que se dieron cuenta que me faltaba un diente. Jugué al rugby hasta los 17 u 18.
En la parte física se empieza a notar la diferencia con los changos. Alternativamente ya estaba jugando en el seleccionado de vóley.
Las Quircas - rugby femenino - Chumbicha, fundado por Letu |
Convivencia deportiva, penal de Miraflores, a los Awkas |
Coach de liderazgo deportivo en el Club Hurones Valle Viejo 2015- 2029 |
¿En la etapa del rugby cómo era la relación con tus compañeros adolescentes, lograban verte como alguien más del equipo o te hacían alguna diferencia por ser la nena?
No tenía pinta. En realidad siempre tuve el pelo corto, no me crece mucho, y por la formación deportiva tampoco fui muy curvilínea de joven, era muy tabla. El apodo en casa era tabla de planchar. Ya te imaginarás por qué. En esa época el bullying no estaba patentado, así que todo valía.
Nunca sentí ni pedí que se hiciera la diferencia. En el rugby mi apodo era La Osa, porque te agarraba y no te soltaba. Era bastante feroz en los tacles. Tuve el mismo apodo de animales que tenía cada uno, el buitre, el cuervo, el toro y la osa. Y tomaba la coca del pico de la botella con todos ellos.
En la época de los boliches, yo no salía porque la escuela industrial me llevó mucho tiempo de estudio, el grupo se hizo más cuidadoso de mi parte femenina.
En mi familia se me instó a hacer lo que yo quisiera, pero sin perder mi esencia. Sigo llevando mi cresta (su emblema, sello personal que la identifica a la distancia). Cuando doy clases o tengo una ponencia en la facultad, me pongo mis trajes, mis botas, mis zapatos, es otra faceta de mi vida que disfruto también.
¿No abandonas tu femeneidad?
Es una parte muy valiosa de mi vida también. Así como hago cursos de fuerza, de defensa personal, de Muay Thai (boxeo tailandés). También he tomado cursos de automaquillaje y la formación física me llevó muchas veces al modelaje, a estar en concursos de reina. Tenía un cuerpo más o menos alineado de tanto entrenar. Por ahí era una reina de belleza que tenía un poco más de espalda que el resto, los vestidos me calzaban diferente, pero me entraban.
¿Cuando entras al vóley?
Empecé jugando en el Liceo de Señoritas, les faltaba una pegadora, venía de entrenar con varones en la ENET, donde era obligatorio básquet y vóley. Siendo zurda no podía hacer básquet porque se me complicaban los dos hemisferios, me dediqué al voley.
En la época del colegio industrial los tableros de trabajo eran para diestros, y los tornos y todo era para diestros. Tuve que aprender a usar la derecha. Usar mis dos hemisferios me permitía pegar por dos lados y a la vez jugar con una red más alta. Así que jugar con mujeres me pareció fácil
Te daba ventaja, porque el contrincante no sabía si ibas a rematar con derecha o izquierda…
Sí, me daba una ventaja deportiva, fue un aprendizaje jugar con otras mujeres, se maneja desde otra perspectiva completamente diferentes a la del equipo de hombres.
Los sábados a la mañana entrenaba con mis compañeros de la ENET y por la tarde jugaba con las chicas de la Mutual de Banco en Córdoba.
Cuando vine a Catamarca fue muy difícil, en el 2000 y no me acostumbraba. Mi ex esposo trabajaba, mi hijo iba a la escuela y la única quedaba en la casa y no se relacionaba con Catamarca, era yo. Estaba resentida de haberme mudado acá. Entonces empecé a jugar en la vieja Sociedad Española.
El deporte siempre es un puente a una vida mejor. (resalta con ímpetu)
¿Por qué venís a Catamarca?
Nos vinimos por trabajo. En ese momento trabajaba en McDonalds y el papá de mi hijo hacía eventos para hoteles cinco estrellas en Córdoba. Vinimos con mi hijo muy pequeño al que no veíamos mucho en Córdoba y lo teníamos en el piso de un hotel, dando vueltas y jugando.
Descubrir La Alameda al frente de la Sociedad Española y que mi hijo creciera con arena, que jugara era una alegría enorme.
Fue un cambio duro, pero muy positivo, pude disfrutar la infancia de mi hijo, como cuando yo era chica. Tuvo perros, gatos, iguanas, todo lo que quiso. De adolescente vivió en el exterior mucho tiempo, como alumno de intercambio de Rotary y cuando llegó de Alemania lo dejamos en la universidad en Córdoba y él solo quería venir a Catamarca. El sentido de pertenencia y de paz que nos regaló Catamarca ha sido único.
¿Ganaste un lugar y perdiste un marido?
No, yo no considero que lo haya perdido. Creo que las personas, algunas, están destinadas a cumplir una etapa en tu vida y seguir adelante. No lo disculpo, pero intento entenderlo con mucha terapia. Entendí eso de ser una mujer alfa, el ir marcando o abriendo caminos, ahora hay muchos caminos abiertos. Pero en esos momentos el querer hacer boxeo, hacer Muay Thai, hacer MMA (artes marciales mixtas), tirarme en paracaídas… hay hombres que tienen otra visión de la mujer para su familia.
Cumplimos una etapa muy linda, criar a nuestro hijo. Me di cuenta que yo tenía que seguir sola. No podes guardar tus alas en una mochila cuando entras a tu casa.
¿Tenías unas alas muy grandes y dispuesta a volar lejos?
O las quería seguir tejiendo ya de grande. Mi papá me enseñó que “el cielo no es el límite cuando hay huellas en la luna”. Me decía todo el tiempo esa frase y se la digo a mis alumnos. Nadie te puede decir que llegaste hasta acá porque tenés 50, 30, o 20 años o porque no terminaste.
Estoy cursando mi carrera universitaria y la voy a terminar a mis 51 o 52. Para mí es lo más importante.
El gran hallazgo y con mucha terapia, fue decidir no volver a tener pareja por un tiempo. Me dediqué a hacer CrossFit y con el grupo competimos en el exterior. Después me gustó el MMA, como que iba buscando esa libertad de acción.
Jiu-jitsu con el Profe Favio Díaz y Pablo Llampa |
¿Catamarca te mostró ese mundo, en Córdoba no sabías nada de estas actividades?
No conocía ese mundo. Yo me vine a mis 25 años con el vóley. Jugué para Ciencias Económicas durante muchos años. Trajimos muchas medallas doradas para ellos.
Y un día el voley dejó de tener el encanto ya lo había jugado mil años. Entonces me fui al CrossFit que recién empezaba. Me gustó mucho el trabajar con pesas en los entrenamientos y fue el paso al levantamiento olímpico.
¿Detallame esto de levantamiento olímpico?
Renegaba de los entrenadores y también de los directivos de Deportes. Cuando quisimos hacer aquí el primer torneo de levantamiento olímpico de pesas, por desconocimiento, lo consideraban un deporte nuevo.
_Discúlpeme junto con la maratón, es el deporte más viejo que hay, los griegos ya probaron su fuerza levantando cosas. Es más, Atlas está levantando el peso del mundo. - le dije esa vez.
El levantamiento olímpico es un deporte de mucha precisión. De mucha flexibilidad. Trabajás más la flexibilidad que la fuerza y mucha concentración, es muy completo.
Tuve la suerte de tener un gran profesor, Pablo Tapia, muy joven. Él había estudiado medicina, nos daba la biomecánica y la fisiología del deporte de una manera muy precisa.
Ya había mujeres compitiendo, chicas con sus 20 años y yo estaba compitiendo con mis 49 años, mi segunda adolescencia. Esa fue otra barrera, abrir espacios como lo sigo haciendo ahora, pasando los 50.
Hay lugares en el que sí llegaron las mujeres, pero no las mujeres de esta segunda adolescencia. Tenemos que seguir abriendo barreras, demostrando la calidad de vida de las mayores de 50, Todavía podemos dar algo de pelea, con inteligencia y razonamiento, hay mucho más.
Campeonato de levantamiento olímpico de pesas- Catamarca 2023 |
Va una clásica: con casi 50 años, ¿cuántas veces te mandaron a lavar los platos, o te dijeron no?
Ya perdí la cuenta, un montón. La primera vez me mandaron a mi casa a pintarme las uñas, fue en la escuela ENET Nº4 de Córdoba. Al ser zurda no podía manejar un torno y rompí una máquina de herramientas.
_¿Bazán por qué no se va a pintar las uñas? _No, respondí.
El hombre es mucho más intuitivo al manejar herramientas. Las mujeres somos más mentales y si no sabemos el proceso no lo podemos llevar a cabo. Intenté hacerme la intuitiva, cuando todos se iban yo me quedaba practicando, así a lo Michael Jordan.
Te juro, no tenía talento para las máquinas y herramientas. Sí tenía la matemática en la cabeza para la programación, pero no para el ir tocando, e ir haciendo. Lo compensaba con horas y horas estudiando y practicando para que cuando me tocara me saliera bien. Y después me tocó y me sirvió en todos los ámbitos.
Camino a los sueños
Aprendí, en terapia, a viajar sola, he tomado aviones y me he ido. He cumplido el sueño de llegar a Machu Picchu, a trabajar a Perú acompañada de mi mochila.
¿Qué tareas hacías?
Soy organizadora de eventos, directora de Protocolo y Ceremonial. Se estaba organizando el Encuentro de Tejedores de las Américas, trabajaba en la casa de la Puna, apliqué y tuve la oportunidad de viajar.
El evento era en Lima y se pasó a Cusco. Cada vez estaba más cerca de mi sueño, el Machu Picchu, crecí pensando en los Incas.
Cuando albergas un sueño y trabajas mucho, mucho, este llega. Y llegué a la ciudad Inca y puede subir y bajar mil veces.
Cuzco - Perú trabajo y carreras |
¿Llama la atención ver mujeres viajando solas?
Si, me pasó en un aeropuerto de ir a buscar una valija.
_Llame a su esposo. Me interpeló un empleado. No, yo no tengo esposo, yo no necesito que nadie venga. Yo reclamo por las cosas mías.
O cuando te preguntan _¿viaja sola?, _sí -respondo, _deme ticket para uno.
Es necesaria esa construcción de saberte completa sola. Es lo que les planteo a las chicas de rugby o a mis alumnas.
El mito de la media naranja no existe. Yo soy una fruta sola, no se si una naranja, sí un limón seco y ácido.
Qué me encontré una naranja dulce para hacer jugo es otra cosa, que nos complementamos y en realidad no creo que nos complementemos. Nos acompañamos cada cual.
Nadie completa esa necesidad de que otro te complete. Soy completa en mí mismo con mi soledad, sabiendo cuales son mis debilidades, mis limitaciones y con inteligencia fortaleciéndola desde mis habilidades.
Si mi marido o mis amigas no pueden salir a correr yo salgo sola y no necesito auriculares. ¿Para que? para hacer ruido. Aprendí que el ruido te tapa otras cosas.
Entrenás en soledad, sin música, a vivir la naturaleza con sus propios sonidos, ¿para qué llevar auriculares?
Me pasa mucho cuando entreno fuerza. He tenido las grandes epifanías de mi vida, las grandes soluciones a mis problemas en esos lugares en lo contemplativo. Levantarte a la mañana, salir a correr y sentir el ruido de los pajaritos, el fresco de la mañana o de la noche. Agradezco mucho a Catamarca el que me haya regalado tan hermosas montañas para poder entrenar y estar en contacto con ellas, por ahí el ruido de las ciudades te la tapa o corta la conexión.
Creo en esta conexión con uno mismo. Si vos no estás conectado, seas hombre o mujer, no vas a tener buena conexión con los demás. Creo fundamentalmente, en mi caso porque soy una persona que maneja muchos niveles de energía, entrenar en contacto conmigo misma, sentir la respiración, sentir el ruido de la pisada, sentir el fresco, todo eso hace a una buena conexión.
Subcampeones de Trail Catamarca por equipos |
¿Cómo canalizás toda esta energía cuando tenés un mal día, cuando las cosas no salen bien?
Depende de las diferentes etapas que vas pasando en la vida. Soy una persona muy impulsiva, cada tanto se me sale la cadena también como al resto.
He pasado varias etapas. Antes entrenaba mucho fuerza, choque físico y después aprendí técnicas. Hice mucha inteligencia emocional, antes que llegara a Argentina. Trabajé mucho en liderazgo deportivo. Para mí es muy importante el entrenamiento de la mente, casi igual que el cuerpo, por ahí veo atletas que entrenan su parte física y a la hora de competir no obtienen el resultado que esperan porque no tienen entrenada la cabeza para el manejo del estrés.
Liderazgo deportivo en patín artístico de competición |
Liderazgo deportivo para Olimpia Voley |
Me tocó divorciarme en una ciudad en la que no conocía a nadie. La gente que conocía pensaba que me iba a quedar pobre en el olvido. Tuve que reconstruirme de nuevo con mi hijo porque me quedé sin amigos. Empecé a construir mi propia familia, mi propio grupo de amigos. Empecé a construirme yo misma.
Me dijo uno de mis amigos más queridos, Héctor Suárez, nunca te quedes en el lugar de víctima porque el lugar de víctima es el más calentito y el más acogedor. De ahí no se puede salir nunca más.
Empecé terapia y a investigar por qué me había separado. No regalar las culpas ajenas, sino buscar las propias, trabajar en una construcción interna por ser una mujer impulsiva que nada la detiene. Fui criada para que nada me detenga.
Mi papá me crió en un mundo de hombres, iba a estudiar ingeniería aeronáutica para que nadie me detuviera y me digan no. Y se lo agradezco un montón.
Hoy estamos nosotras criando a mujeres para que nadie les diga que no. Obviamente me di cabezazos en la pared mil veces. El No era una respuesta que yo no aceptaba, capaz que fui anacrónica, pero… ¿qué hago con esto? ¿Qué espacio puedo abrir? ¿Qué otras cosas puedo construir? Y aprendí a trabajar la mente.
Es fundamental para mí, levantarme y meditar cinco minutos en el patio de mi casa.
Elegimos vivir en Sumalao a media cuadra del estanque del INTA, el ambiente nos regala loros, cotorras, pájaros. Cuando nos mudamos había iguanas grandes. Tengo dos perros, tres gatos. Es encontrar mi eje antes que el mundo me atraviese. Aún así tengo mis momentos de furia.
Aprendí a refugiarme, siendo docente no se te puede salir la cadena delante de todo el mundo, tengo mi playlist de música. Tengo clases en el centro, así que no hay donde huir, algunos aromas para relajarme, pero cuando me excede mucho, por ejemplo, cuando se murió mi papá en la cuarentena y no podíamos viajar y fue todo tremendamente trágico, salí a correr por la Circunvalación y lloraba, así como Forrest Gump corriendo, iba llorando a los gritos, corriendo y mi marido atrás en la moto viendo que yo estuviera bien.
Creo que mientras más deporte haces, más entrás en contacto con tu fibra interior y entonces ya sabes qué es lo que te calma. Por eso el deporte es muy importante. No es solamente la parte competitiva con el resto, es estar en tu eje interior, en un autoaprendizaje, es tu autoconexión. No todos practicamos la autoconexión.
Las Incas Rugby club - Tinogasta Catamarca |
1er festival boxístico en el Penal de Miraflores - Anfitriona y presentadora |
Cuerpo técnico fútbol fenenino de club Villa Cubas |
¿Cómo llegas a la docencia?
Llego a la docencia a través de la Formación Profesional para Adultos. No estudié para ser docente, estaba dedicada de organización de eventos trabajando para empresas multinacionales, y no había quien dictara la materia Organización de Eventos.
Viniendo del empresariado, encontré un par de fallas en la materia, me involucré tanto en la docencia que ahora estoy entrando al 4º año del Profesorado en Educación Superior en Ciencias de la Educación. Si Dios quiere el año próximo me recibo. No sé si voy a andar en una camioneta alrededor de la plaza revoleando cosas, pero creo que en una silla de ruedas empujada por mis amigos voy a celebrar que me recibí.
Así llego a la educación secundaria de adultos. Esto se desempeña en las EDJA (Escuelas de Jóvenes y Adultos) en las que se enseña parte de la currícula de las materias formales y se enseña peluquería, gestión de eventos, electricidad y otros oficios para dar una formación profesional.
El adulto que regresa al sistema educativo lo hace pateado por la vida, cuando la vida le cerró un montón de puertas. Ahí es cuando recordás a tu papá deciéndote: estudiá, recibite porque ese título te habilita a ir un poco más allá. O aquella que dice: una lapicera es más liviana que una pala.
Tengo alumnos que van desde los 18 años hasta 65 años. Yo no hablo ya de una docencia tradicional donde el profe enseña y el alumno recibe la información de una manera pasiva, sino de una total retroalimentación, porque ellos también traen mucho para enseñarnos y conocen un mundo que quizá ni vos ni yo conocemos.
Ponencia - Encuentro de Filosofía/ 2024 |
Te traen sus historias de vida, impresionantes a veces porque no las vemos. Tratamos de comprender, están aquí porque no terminaron la escuela en su momento. Tienen sus cosas por dentro, te enseñan de otra manera, con sus sentimientos negativos o positivos, y cómo lo sobrellevan. Y si están aquí es porque quieren seguir creciendo y seguir avanzando.
Es lo que te digo. Que vienen pateados por la vida. Es literal. Tenía alumnos que otras colegas los retaban porque venían con olor feo.
Yo le pregunto de una manera muy sutil _¿Por qué venís con este olor?
Él trabajaba en la planta de procesar la basura, entonces no sentía el olor, lo tenía incorporado y de ahí miles de vivencias. Crezco más con ellos de lo que yo les puedo aportar.
Mi hijo me odia porque voy a su placard y regalo toda su ropa. Mi alumno venía más temprano y se lavaba en el baño de la escuela y se cambiaba, se ponía la “veintiúnica” chompa que tenía, la que le había regalado.
Cuando hablás de las facetas de la docencia, creo que no es solamente transmitir conocimiento...
Eso era muy de la escuela primigenia con Comenio en el 1600 (Jan Amos Komenský o Comenio). Hoy creo que el rol es otro.
Tengo tres premisas: que mis alumnos sepan que el mundo es un lugar maravilloso. Que ellos son parte de ese mundo maravilloso y que pueden dominar a ese mundo maravilloso. Dominar en el sentido, no de ser reyes, sino de poder vivir en ese mundo y ser partícipes.
Gracias a todos mis amigos, siempre les estoy pidiendo favores, he podido armar una merienda con mis alumnos adentro de un bar. Ellos nunca habían visto la plaza principal desde adentro de un bar. O no habían conocido el Museo de la Virgen desde adentro porque no se creían con la capacidad de poder entrar y que no los corran.
Así empezamos a pulir detalles: capaz que sea la ropa o el peinado, la cantidad de piercing que tenés en la cara. Conservando su identidad particular, tratando de que sean ciudadanos de este mundo. Y la tercera premisa es que ellos pueden llegar a donde quieran, porque yo creo en ellos.
Los llevo a la Expo Carrera, y luego me consultan para llenar el formulario porque se quieren anotar.
Tengo la suerte que me sigan aceptando como parte de su vida, cuando empiezan la facultad, o van a un IES.
Este año se recibe, como maestra especial, una de las primeras chicas que tuve cuando entré a la docencia. Uno trasciende y vas dejando un poquito de vos en esa alma.
Hay otros que no se reciben y algunos tienen taller de motos o son mecánicos.
La imagen social
Era una docente atípica, todavía estaba en MMA y hacía CrossFit. Para competir me rapaba y me hacía la cabeza rosa chicle y así iba a la escuela. Los docentes me miraban raro, algunos se iban a tomar mate a otro lado.
Gracias a Dios puede viajar un poquitito más allá y te das cuenta que abogados o médicos pueden estar tatuados o con piercing, y eso no te menoscaba en tu rol y en tu profesionalidad, por aquí todavía seguimos pensando que el traje y el maletín es lo que te habilita la parte formal. Como que te marca tu imagen corpórea por encima de tu personalidad.
Me pasó al dar una ponencia en la facultad el año pasado, alguien decía _profe puedo ir de cresta? _sí vamos todos de cresta. Me rapé y fuimos todos de cresta.
Hay que abandonar ese estereotipo de que la parte académica tiene que ver con tu parte formal.
Yo voy de traje y respeto, pero voy con mi cresta porque es el único bastión que todavía me da felicidad. Y ver a mis alumnos con la cabeza pintada expresando su libertad, eligiendo. Es mi gran regalo poder impactar en sus vidas. Tal vez impactar suene muy ambicioso.
Dejás huella, marcas, dejás camino…
Aprendo mucho de mis colegas y de dos directoras, la del Colegio Nacional y la del EDJA 50 en las que nos plantean no solamente el rol docente, sino también el perfil humano.
En EDJA 50, frente del Hospital de Niños -de día funciona la escuela Malvinas Argentinas- atentos a la situación económica se modificó la carga horaria para que a las 21 horas haya una comida para los chicos. No solamente impartimos clases, sino que cocinamos con nuestros alumnos. Desde la currícula de Eventos y la de Gastronomía, los chicos cocinan y después come toda la escuela a las 21.
Hay días que tenemos para guiso, o mate cocido, hay días que tenemos para ensalada de frutas, siempre algo se comparte. La mayor riqueza es poder sentarte con tu alumno en el patio y que te cuenten de su vida o si tiene un problema, y crear ese espacio que a lo mejor en la casa no lo tienen.
Chocolate del 5 de Julio, cumpleaños del Colegio Nacional Fidel Mardoqueo Castro |
Creo que voy por la 5º tanda de bebés que tengo en brazos. Fui docente de una mamá, de su hija y cuatro de sus nietos. El año pasado tuve al 5º, con 18 años, y el esposo de su hija también fue mi alumno. Son historias familiares de llevar el bebé en brazos, de que te invitan al bautismo al cumple de 15 de sus hijos y de una u otra manera te consideran parte de la familia.
Estamos rompiendo el estereotipo de que nosotros vamos a impartir conocimientos y disciplina, estamos compartiendo la vida.
¿Considerás correctas las marchas con los docentes o vos creés que ese espacio hay que pelearlo con otro tipo de herramientas, sos una persona muy activa y antes de estar pidiendo el peso, vas y te lo ganás?
Creo que son muy pocas las veces que falté a trabajar, solamente pido los permisos para poder rendir mis exámenes en la facultad. Soy nieta de un gremialista. Mi abuelo fue el fundador de Atilra, el sindicato de los lecheros en Córdoba.
Hay dos cosas. Yo cumplo mi rol al 100% y soy muy profesional al 100%. Ahora, si tengo que marchar para defender la labor docente, lo voy a hacer y lo hice muchas veces en la pandemia.
Porque la imagen del docente cómodo que tiene dos meses de vacaciones, que se instala desde algunos lugares de poder, es muy injusta, porque nadie cuenta que tenemos que hacer capacitaciones, nos presentamos por nuestra cuenta, con la propia ropa, el propio auto, la computadora, y el propio proyector para dar clases.
Marcho para que no se menoscabe la imagen del docente. No es que cualquiera pueda dar clase, nos tenemos que formar para dar clases. Y solo dar clases, es una contención humana y es dedicarle tu vida.
En enero te llama un alumno y te dice: profe tal cosa y vos tenés que mandarle el apunte. Me tocó en cuarentena, profe se murió mi mamá. Me llamó a mí. Le pedí a mi marido que por favor me traiga en el motocross. Veníamos por arriba de esos montículos de tierra que separaban Valle Viejo de la Capital para estar con él en el sanatorio.
Él me llamó a mí antes que a nadie más en el mundo. Entonces sí defiendo el rol docente y si tengo que marchar por eso, marcho. Pero también doy lo mejor de mí cada uno de los días de clases. Yo subo las escaleras del colegio y las subo a los saltitos porque sé que tengo que ir con la mejor alegría del mundo todos los días.
¿Qué cosas te quedan por hacer?
Primero, la mayor sorpresa de mi vida, fue con terapia, que había decidido seguir mi vida sola y conectarme conmigo misma y en esa conexión conocí a alguien y me casé en plena cuarentena. Por segunda vez me casé y esta vez me casé quizás no presionada como antes. Me casé por elección con un compañero, elegimos compartir la vida con todo lo que se vino. Es un gran regalo.
A mis 47 años, haberme casado significó volver a refundar mis bases de la vida. Pensaba que sola iba a seguir adelante y que podía con todo. Encontré hombre muy evolucionado que también cree que somos dos frutas y él se ríe porque dice que yo soy un cactus y él es una uva. Fue un aprendizaje muy valioso.
Boda con Ger - 30 de Junio de 2021 |
Junto a Ger "mi lugar en el mundo" |
¿Qué me queda? Empecé la facultad a mis 48 años. Me recibiré a los 51 o 52 porque la carrera es de cinco años. La disfruto mucho. Siento como una segunda adolescencia porque se amplió la calidad de vida, estoy disfrutando más de un montón de cosas a las que antes las llevaba como una mochila muy pesada.
A la facultad voy feliz. Tengo que rendir un final y voy feliz a rendir un final.
La música, otra pasión, presentadora de un Festival Municipal de Rock - Urbano Girardi |
¿Y cómo es eso de tener compañeros más jóvenes, que te pueden confundir con una profe?
Tengo compañeras de 18, de 30, tengo profes de la edad de mi hijo. En el curso los profes me dicen Letu fijate que tus compañeras rindan. Soy la que resume, la que manda, quizá porque tengo más tiempo o tengo más organizada la vida. Tener una vida deportiva por muchos años, te lleva a organizarte.
Si tengo que sacar una hora del sueño para estudiar, se la saco. Cosa que los jóvenes ven la vida de otra manera.
Se estudia de otra manera y con otra visión. Y si el alumno está conversando en clase, no te enganchas, ya pasaste esa.
Mis compañeros… _no voy a rendir en esta fecha la materia _¿por qué no? Les respondo. _Hay que rendirla hora, porque es tiempo, es plata. Así que estudien, vamos.
Yo les resumo, les doy la clase.
Por ahí tengo que retrotraerme a la maternidad de mis compañeras de 18. Mi hijo tiene 28, así que imaginate entenderlas, ser empática cuando somos completamente diferentes a nivel generacional. La rigurosidad no es parte de las nuevas generaciones y nosotros estamos acostumbrados al sacrificio, la disciplina, a no dormir. Y claro, yo llego al examen puntual. Si tengo que sacar un examen sin dormir durante tres días para preparar una materia, lo hago. Hay materias como la filosofía y epistemología. A mí me cuesta filosofar, vengo de la ingeniería, entonces mi profe de epistemología ya me dijo: vos sos cartesiana, listo, vamos por ahí.
Los profes son muy jóvenes, es un desafío más para ellos que para mí.
Estudio en el IES Cubas y el IES me ha abrazado, soy una alumna que también ejerce la docencia. Y a su vez estoy ejerciendo un rol en la Comisión Homologadora de Títulos en el Ministerio de Educación. Siendo alumna me han permitido en algunas jornadas una ponencia universitaria.
Imaginate, venía que no me entra la camisa, toda apretada y estar en la UNCA con mi cresta y dar una ponencia académica citando autores…
Compañeras de cursada Lihue y Angeles |
Te escucho y trato de imaginar la cara de los docentes, analizando tu cresta, ese símbolo de independencia...
No creo en habitar espacios perpetuos. De mañana entreno, me encanta andar en patas o correr. Vivo bronceada, me la paso corriendo en las montañas. Muchos profes académicos están pálidos de tanto estudiar. A la noche soy académica también. La UNCA va a sacar una investigación mía.
No estamos condenados a ser perpetuamente académicos en un rol u otro. Podemos habitar diferentes espacios y eso es importante. Es lo que enriquece.
Como te sentís con ser varias personas a la vez; la deportista, la profesora, la alumna.
Son roles muy valiosos y permiten esta palabra de moda que es la empatía, pero ejercida de una manera tan leonina, te miro pero desde mi propio espacio. Y no es así. La empatía es caminar con los zapatos del otro. Cumplir estos roles me permite, porque soy alumna, ser empática con un alumno que no estudió o que no entendió.
¿Qué otras formas de aprendizaje además del apunte?. Veamos un video, una dramatización, una película. Ahora tenemos aulas heterogéneas en las que a lo mejor la oralidad ya no es necesaria.
Tengo alumnos muy creativos, el año pasado hicieron videos y estuvo genial, para hacer un video necesitas un trabajo de producción mucho más comprensible que solamente repetir de memoria. El habitar estos diferentes roles de ser deportista, de la disciplina, del esfuerzo, el ser alumno, el ser docente, el ser mamá, el ser esposa, el ser amiga te permite poder leer en la mirada del otro y saber en qué rol ubicarte para poder llegar a su alma.
En este momento todas las personas están hiperconectadas con el de lejos, pero no miramos a los ojos al que tenemos en frente. Hay gente que la está pasando muy mal y se siente muy sola. Y tenemos los graves dolores que nuestros alumnos quieren quitarse la vida y la estamos lidiando todo el tiempo. Favorece, para mal, eso de aislarse.
Las empresas de tecnología digital nos favorecen con herramientas de conexión, económicamente les va muy bien, pero convierten a casa individuo en una pequeña isla…
El tema es el celular, me sirve para estar conectada con mi mamá que vive en Córdoba, tenemos videollamadas con mi hermana, o con mi hijo cuando estuvo en Alemania o en Francia.
Estamos en un aula y en vez de mirarnos a la cara, estamos mirando la pantalla y nos hemos perdido la gran oportunidad de poder ver la alegría o la tristeza en los ojos de quienes tenemos cerca.
A mis alumnos los miro a los ojos y se sienten incómodos. Bajan la mirada, viendo a los ojos a alguien sabes qué pasa dentro de él. Lo veo bien. Lo veo mal. Nuestros alumnos, nuestros hijos, nuestros padres, todos están muy metidos en el teléfono.
Puedo ver gente que googlea ¿qué es el trastorno bipolar? o ¿qué hago si me siento deprimido o me siento triste?, o conversar con el ChatGPT.
Amigas que dicen, si vos conversas con el ChatGPT es como tu psicólogo. Pero qué mejor psicólogo que tomar un mate y decir me siento mal, me siento triste. Cuando le planteé a mis amigos _Me siento triste porque extraño mi papá. No sabían qué hacer y está bien, no necesito que hagan nada, necesito que me quieran. Uno ya verá como lo supera.
Hablar de mi papá, de la persona que extrañás, hablar de lo que te pasa, de la tristeza, de la angustia, de la euforia, del cambio de humor. Hemos perdido lo que nos regala el mate o lo que nos regalan los amigos. La cuestión es poner en palabras un montón de cosas.
Desde el punto de vista del docente en el aula, el alumno hoy está invadido por la tecnología, ¿los chicos tienen menos diálogo?
Sí, sobre todo para expresar emociones y para charlar. No es solamente el alumno.
_Profe, puedo hablar con usted?
_¿Y usted no tiene mamá? Le pregunto.
_Sí, pero mi mamá está con el Instagram todo el día. O con Facebook.
En el aula dejé entrar el mate y en los recreos me quedo en el patio y tomo un mate de cada uno de los mates que están circulando. Me siento en el piso, los escucho, de igual a igual, al mirarlos me entero de un montón de cosas que no sabía que estaban pasando. De sus tristezas, sus angustias, de su felicidad, de los miedos que tienen. Tienen mucho miedo, tienen miedo a no ser nadie, a pasar desapercibidos. Tienen miedo a morirse. Que nadie se entere.
El miedo a la muerte en ellos es muy, muy latente, porque todos los sábados está muriendo algún amigo.
Sorprende, que a una edad tan temprana estén pensando en la muerte…
Si, nos golpea mucho en las escuelas cuando se quita la vida un alumno. En ese momento sensibiliza tanto que tenemos que dictar charlas para que no replique. El problema más grave de nuestros alumnos es que fueron olvidados. Sus padres se olvidaron de sus hijos, ya te compré la moto, te compré el auto, esto, y lo otro. Los chicos tienen un montón de preocupaciones que, quizás antes, se solucionaban tomando la leche con su papá a la tarde, preguntando ¿Cómo te fue en la escuela? ¿Qué querés ser cuando seas grande? ¿qué vas a estudiar?.
En el colegio apuntamos mucho a la conversación. Obviamente el contenido tiene que estar presente, desde la transversalidad, desde el apoyo. Cuando tiene dos días faltando lo podemos llamar y hablamos a ver si está bien, si está enfermo.
Al alumno que trabaja no sacarlo del sistema. Abrimos un classroom para que acceda a la tarea. O para el que se quebró y está en la casa. El que cuida a su papá enfermo y no se corte el vínculo con el único lugar en el tienen realmente protagonismo, la escuela.
Muchos van a la escuela solamente para sentirse queridos. La tecnología no solamente absorbe nuestros alumnos, sino que dividió familias. Cada cual está metido en su TikTok. Ese es el problema. Creo que el TikTok y el Instagram dividieron familias.