Jueves, una tarde cualquiera, decido salir a "estirar las piernas", tomo la cámara fotográfica e inicio un recorrido sin un rumbo claro.
Ya en calle Ayacucho y Esquiú las bocinas de malhumorados automovilistas despiertan mi curiosidad, el agente de policía con su chaleco naranja resistía los disparos de preguntas y repreguntas del sorpresivo corte de calle en un atardecer otoñal.
Catamarca no es Buenos Aires, pero algunas costumbres ya se han instalado, corte de rutas, movilizaciones, protestas, motochorros, robos y estafas los hay en cualquier esquina.
Segundos despues el tránsito era normal nuevamente.
La legislatura provincial, a escasos cien metros, ofrecía una muestra de artistas catamarqueñas, ingreso y recorro las obras ubicadas en el hall. Me llamó la atención el lugar elegido, un espacio de trabajo, jerarquizado por las magníficas obras, pero un espacio de trabajo al fin.
Vuelvo a la calle y el murmullo de una marcha por calle República orienta mi próximo destino, acelero el paso para alcanzarlos. Los integrantes de FAVIATCA (Familiares de víctimas de tránsito de Catamarca) realizaban su acostumbrada marcha de pedido de justicia por sus muertos. Aquí, en este contexto la palabra "acostumbrada" es incómoda porque no se trata de una rutina o tarea que socialmente se realiza en pos de un objetivo saludable, o en bien de la comuna. La acostumbrada marcha por pedido de justicia da muestras de lentitud, negligencia, burocracia o la combinación de todos esas opciones.
No debemos acostumbrarnos a ver marchas por reclamos, es un síntoma de enfermedad, en este caso del Estado Judicial.
A pocos metros, sobre calle Repúbica, en la biblioteca Monseñor Piedrabuena se iniciaba Ciclo de Disertaciones en conmemoración del Centenario de la Diócesis y Bicentenario de la Revolución de Mayo, desde la vereda se escuchaban las palabras de la Profesora Hilda Angélica García- Presidenta de la SADE, y en la oscuridad de la calle los gritos a garganta pelada de Julio Sánchez Reynoso pidiendo por justicia (ver video). La rara mezcla de los discursos y la música del altoparlante de una camioneta creaban un clima turbio, espeso. Detenidas mis piernas y mi mente tratando de encontrar un hilo conductor, llega el aullido de una sirena que dobla velozmente en la esquina de República y Sarmiento. Un nuevo destino me dije y salí corriendo.
Una segunda ambulancia con la sirena a tope, aumentó mi angustia, algo grave pensé y seguí con la mirada el recorrido del vehículo. Se detuvo frente a un tradicional hotel en Sarmiento al 500, junto a la otra ambulancia.
Cambié el ajuste de la cámara fotográfica a video.
Curiosos y niños barajaban variadas hipótesis, hasta que aparecen desde el interior del hotel los camilleros trasladando una persona, canosa y de cuerpo robusto, una de sus piernas al descubierto mostraban una profunda herida. Lo subieron con gran esfuerzo y corrieron hacia el hospital. La segunda ambulancia se fue vacía, la teoría de dos víctimas quedaba descartada. (ver video)
Minutos después la calma, sólo el trajinar de peatones y vehículos. La ciudad otra vez en calma.
Catamarca no es Buenos Aires, pero a veces lo intenta.
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