sábado, 9 de mayo de 2009

Profesión: Vendedor ambulante



Las callecitas de Buenos Aires tienen ese que se yo...,viste?
Perdón me estaba yendo pa otro lado, pal lado de las imágenes ciudadanas de las grandes urbes. Innecesariamente, caminado nuestras callecitas catamarqueñas de la capital también se encuentran semáforos de 3 luces celestes... (Balada para un loco).
Tradicionalmente Peatonal Rivadavia y la "plaza de la estación" fueron el estacionamiento preferido de los vendedores ambulantes. Una tradición difícil de desterrar por parte del municipio. Por un lado la situación laboral que obliga a salir trabajar en la vía pública y vender desde ordinarios productos chinos hasta especias, pasando por los clásicos DVDs y CDs truchos con tal de poder parar la olla. Pero también hay una tradición de trabajar de ambulante, sin horarios estrictos, sin patrón y fundamentalmente sin pagar ningún impuesto y tasas. Amantes de la libertad comercial, como si se trata de los primeros inmigrantes con su carrito y tironeando de él, cargaban todo tipo de artículos y vivando a gritos ofrecían sus variados productos. Muchos se convirtieron en prósperos comerciantes.
Hoy el espíritu emprendedor no va más allá de la subsistencia familiar. Como el caso del "Ñato", con más de 30 años de vendedor ambulante. Se inició en la peatonal, luego la plaza 25 de agosto, vuelta a la peatonal, muchas veces corrido por los municipales, otras comprendido y haciendo la vista gorda lo dejaban seguir trabajando.
Orgulloso de su puestito en la esquina de Salta y Mota Botello, se ufana de vender frutas y verduras a mejor precio que los supermercados grandes y "todo muy fresco" remarca en una breve charla desinteresada. Todos los días va hasta el Mercado Municipal y trae la mercadería para sus clientes. Estos son de todo nivel social, con una carrera de tres décadas, muchos políticos, abogados y jueces al pasar por esta esquina, bajan a comprarle.
"No se gana mucho, lo suficiente para pagar los impuestos de la casa, el cable, la luz y el gas", expresa con su sonrisa de satisfacción.
Alguna vez intentó dejar las calles, puso una verdulería pero no le fue bien, el alquiler y los impuestos eran muy altos.
La fruta se ve tentadora para el cliente, si éste duda, allí nomás tira una oferta especial y lo convence, ninguno lleva menos de dos kilos de frutas o verduras. Habilidad, trato y carisma hacen del "Ñato" un ambulante de profesión, que no está allí por necesidad estrictamente económica, sino porque le gusta.
Las callecitas de Catamarca tienen ese qué se yo... ¿viste?

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