domingo, 6 de junio de 2010

¿Sociedad informada o adoctrinada?

Después de Johannes Gutenberg, y su fantástica imprenta, el uso de la palabra escrita ha movilizado la sociedad hacia la búsqueda del conocimiento, por ende la formación intelectual como desarrollo personal. Llegaría entonces el turno de la información. La posibilidad de recibir noticias específicas o generales, saber que pasa con los actos de gobierno de una ciudad, una provincia o reino, conocer el curso de las corrientes literarias, artísticas, políticas, diferenciar por su debates la orientación de cada una. Leer, opinar y luego decidir.
En aquellos tiempos de los primitivos impresos, la población en su mayoría no sabía leer. ¿Entonces a quiénes iba dedicado el material informativo?. A los podían interpretar y tomar decisiones en base al conocimiento adquirido; personas letradas, cultas y de alta alcurnia; ciudadanos adinerados; terratenientes; integrantes de la nobleza; profesionales en leyes con rica tradición militar/religiosa y personajes influyentes por su condición de saberse letrado.
Si una sociedad entrega el control de su destino a un grupo de hombres para que los gobierne en su propia representación. Lo hará de acuerdo al conocimiento que tenga del grupo postulante, decidirá en función de lo que sepa sobre esas personas. Los ideales políticos y su plan de trabajo una vez en el gobierno. Recurrirá a consejeros y gentes versadas en esa temática.
¿De dónde obtendrá información un ciudadano común, que sepa leer y dicernir, para luego decidir por el futuro de la villa, pueblo o ciudad en la que vive?. Recurrirá a los diarios, a la tv, a los amigos y amigas (esa cuestión de genero impuesta hoy en día), a los programas de radio. Estará pendiente de todos estos medios, pero nunca (o casi nunca) entrará en contacto directo con la persona a la que elegirá (salvo que sea su guardaespaldas). Basará su decisión en lo que dicen o escriben otros: los periodistas.
¿Pueden los periodistas comprender tamaño peso sobre la sociedad, cuando redactan un artículo a favor o en contra de alguien. Cuando ensalzan con gallardetes y flores las obras de algunos y desfenestran a otros por simple negatividad?.
¿El periodista cumple órdenes o se expresa en base a sus principios y objetividad?.
La sociedad mercantil/consumista/post-industrial movió los antiguos valores a nuevos y diferentes principios. Los ideales de ayer no tienen cabida en un mundo globalizado y monetario. El periodismo de hoy, asalariado, no se diferencia en nada a cualquier puesto de producción de artículos de consumo.
Todo empleado debe velar por la empresa para la que trabaja. Mas claro, "ponerse la camiseta".
Las empresas periodísticas generan un producto de consumo: la noticia. Vendiendo noticias se fortalece la industria de las comunicaciones.
Toda empresa busca ganancias, por lo tanto sólo venderá aquellas noticias que le brinden más rentabilidad.
¿El lector, sabe que tipo de producto le están vendiendo?. ¿puede consumir alegremente lo que tiene frente a sus ojos?. Llevan una etiqueta estos productos indicando para que tipo de lectores está dirigido?.
Si la objetividad fue vendida al mejor postor y este la enterró, dejando el trabajo principal al capitalismo y sus reglas de "libertad de mercado", ¿cómo puede el lector defenderse de lo que realmente consume a diario para informarse?, ¿cómo puede tomar una decisión acertada si las fuentes informativas están contaminadas?.

Llegamos aquí a un nudo, ¿la sociedad se informa o es adoctrinada por los medios de comunicación?. Los intereses empresariales se alejan cada vez más de los principios éticos de informar, formar y educar.
Volviendo al principio de la historia, tenemos una sociedad que no puede leer por sí sola, está en manos de allegados que "interpretan", asesoran e inducen a un pensamiento. Exigiendo por sus servicios un voto para ocupar una banca.
Si el periodista (varón, mujer, y la nuevas clasificaciones de género) tomara su vocación como mástil, sus principios como bandera y el salario como premio, ayudaría a forjar un futuro donde los ciudadanos podrían informarse y tomar decisiones por "motus propio", sin la ayuda de "interesados".
Sería el principio de una tierra menos pobre, más auténtica, con pobladores orgullosos de sus decisiones políticas, porque habrían elegido libremente, a conciencia de sus actos.

Para aquellos periodistas que aún persiguen ideales, FELIZ DÍA.