De nuevo estoy de vuelta, después de larga ausencia..., (según la letra de "Luna Cautiva").
Recluído y ausente de las calles (por razones laborales, aclaro), no me había percatado de los cambios en pos de mejoras para la ciudad. La inauguración de la vieja estación de trenes ahora convertida en Palacio Municipal y museo ferroviario, otorgan al ciudadano del sur de la capital una mirada moderna y contemporánea, mezclada con reminiscencias del siglo pasado. Una postal merecida para el visitante y/o habitante que ingresa al casco céntrico por la avenida Hipólito Irigoyen.
Llegados al centro mismo de San Fernando del Valle, la peatonal está sufriendo cambios en su estética, no sin algunos inconvenientes para los transeúntes y comerciantes cercanos a las obras del nuevo empedrado. El sentido común indica que sería mejor trabajar en horas opuestas a las de mayor tránsito, fuera del horario comercial. Pero claro, por estos lares, el hábito de trabajar de noche o a la siesta debe considerase pecaminoso o blasfémico a los estatutos del empleado público municipal.
Se vienen las elecciones 2011 y todo reverdece. Obras y propuestas salen a escena.
Hacia el norte, con mayor precisión en el barrio El Milagro, las obras de reparación de cloacas van mas lentas, incluso con mucho menos presupuesto. Parado al borde del gran hoyo que dejaron los operarios, y sólo señalizado con una cinta roja y blanca apoyada en unas escasas ramas, se puede observar la más básica de las tecnologías argentinas de reparación: "lo atamo´ con alambre".
Al descubierto están las uniones de los caños de PVC, con vueltas de alambre, como solución temporal o definitiva...
Tal vez, lejos del casco céntrico, el barrio no merezca el mismo tratamiento en calidad y presupuesto que la peatonal de calle Rivadavia. Espero estar equivocado y mi ansiedad por ver finalizada las obras del barrio me apuran a emitir opiniones equivocadas.